22 de febrero de 2010

Gota a gota


Caminé bajo la oscura noche de la melancolía,
recorrí cada pena de este mundo
sin más compañera que la rutina.
Lloré al descubrir la soledad
que me aguardaba tras cada esquina,
y no pude aguantar más,
alcé la vista
y entendí lo que ella me pedía.
Desde el cielo,
llevaba largo tiempo bebiendo de mi vida.
Alcancé a ver sus lágrimas,
sentí su dolor, escuche su llanto,
pero no podía entregarla mis caricias,
no, no podía.
Demasiado lejana,
volcaba su tristeza sobre el mundo,
un mundo incapaz de devolverla la luz que amamantaba.
Gota a gota,
sus sonrisas sembraron estas dulces alas,
alas de amor,
alas de inocencia,
sentimientos que me hicieron atravesar la noche
y llegar hasta donde ella me esperaba.
Y entonces la vi,
sus ojos atravesaron mi cordura.
No me atreví a tocarla
por miedo a que su roca me destrozara.
Agachó la cabeza,
pero sus dedos alzaron de nuevo mi rostro.
Surcado por las lágrimas
no pude resistir más y me fundí en su abrazo.
Sentí que moría,
pero no era la vida lo que me abandonaba.
Sus labios rozaron mi piel
dejando tras de sí una sensación que,
simplemente,
la realidad no puede entender...
La dulzura movía cada hilo de mis dedos,
el amor recorría cada gota de mi sangre,
y entonces, y solo entonces,
entendí lo que en la distancia no pude comprender.
Entendí lo que había visto en sus ojos,
su amor, su dulzura, su inocencia...

No quiero romper este abrazo que nos une,
solo deseo fundirme en tus labios
y que tus besos alimenten la eternidad de mi cariño. 

Anónimx

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