16 de febrero de 2010

En el olivar, el cerdo a la piara, campesino.

Allí donde crecía la cría del dinerillo
yo la crié con ellos;
ellos,
que con ello sobrevivían.

Allí,
en esa senda apartailla, yo pasaba frío
pero no me importaba si luego podía echarme un vinillo.

Entonces la cosa cambió:
el dinero a casa no llegaba,
y ya no había vinillo que lo arreglara.

Decidimos pues alzarnos,
perder el miedo,
llevar las riendas:
y convocar una huelga organizada.

Dejamos atrás nuestra labor
pa’enfrentarnos contra el patrón.

Lo decidimos a mano alzada
con valor suficiente, y de manera clara,
le dijimos al patrón pa’que nos escuchara:
“si el dinero no sueltas, chorizo,
trabajo no habrá,
y como no lo sueltes ya,
una grande te caerá”

Pero había otros que no querían participar,
decían que si el dinero a casa no llegaba…
no habría ni miga,
ni vino,
ni nada.

Los demás, ya decididos,
dijimos a los esquiroletes:
“vosotros, que seguís con los grilletes,
dejad de sufrir como cautivos.

Venid a la huelga, os pedimos
que el de arriba es un gorrino indecente que,
una vez come su parte,
ya no lo agradece.

¡Venid a la huelga!
Que sin vosotros pues, no abriremos camino.

Aquel que una vez recorrimos
aunque se haya perdido ahora la huella,
y su recuerdo con ella”

Lucía. (17 años) Córdoba

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